Reflejos
Una pared, una ventana, aquel árbol, asumimos que todos esos objetos que vemos son de verdad, intuimos su existencia, podemos tocarlos y comprobar que realmente están allí. Pero sus colores, luces y sombras, no son más que reflejos.
Construimos nuestras propias imágenes de nuestro entorno gracias a reflejos. Nuestras ideas, nuestras opiniones, nuestra concepción del mundo se basan, entonces, en reflejos más o menos distorsionados de la realidad. Sí, distorsionados, no solo porque el propio reflejo puede alterarse y no representar fielmente la realidad, como cuando nos miramos en aquellos espejos que deforman la imagen, sino porque nuestra propia interpretación de estos reflejos es subjetiva, influenciada por nuestra historia, nuestro entorno, nuestras experiencias, y también por viejos reflejos.
Los espejos, a su vez, introducen nuevos reflejos. Un espejo no devuelve su propia imagen. En teoría, somos incapaces de ver al propio espejo. Solo nos transmite otros reflejos. Nos muestra la imagen reflejada por otro objeto. Dos espejos enfrentados no harían más que reflejase infinitamente uno en el otro. Al mirar a través de un espejo no captamos el objeto en sí, tampoco la luz reflejada por el mismo, sino un nuevo reflejo de esos rayos. El espejo los toma y los invierte, introduciendo un ingenuo engaño. No es nuestro rostro el que vemos al mirarnos en un espejo, ni siquiera es el reflejo del mismo tal como lo perciben los demás. El espejo lo invierte, mostrándonos otro rostro, un reflejo del reflejo.
Nuestros ojos, que nos permiten atrapar esos reflejos, tienen a su vez, una superficie extremadamente reflectante. Todo nuestro alrededor aparece reflejado en nuestros ojos. Luces, brillos, los objetos que nos rodean se pueden ver en nuestros ojos, así como también reflejan nuestras alegrías y sombras internas. Todo sale retratado en los ojos, hasta el fotógrafo que los retrata.
La fotografía no es más que una forma de registrar esos reflejos, dejarlos impresos en un pedazo de papel. Para Szarkowski, la fotografía puede representar dos puntos de vista diferentes. Puede entenderse como una ventana, una forma de asomarse al mundo exterior, de explorarlo y documentar aquellos reflejos que nos llaman la atención. Pero también puede ser un espejo, que refleja el interior del fotógrafo, sus sentimientos y opiniones.
En general, las fotografías combinan ambos aspectos. Si bien intento capturar con mi cámara reflejos de la realidad que me rodea, es mi propio reflejo el que siempre termina apareciendo.
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